Albert Einstein

La más profunda y hermosa emoción que podemos experimentar es la sensación de lo místico. Es lo que siembra todo lo que es verdadero en la ciencia. Aquel para quien esta emoción es un extraño, que ya no puede maravillarse y permanecer extasiado en reverente admiración, es como si estuviera muerto. El saber que aquello que es impenetrable para nosotros realmente existe, manifestándose como la mayor sabiduría y la más radiante belleza que nuestras pobres facultades sólo pueden comprender en su forma más primitiva, este conocimiento, este sentimiento, está en el centro de la verdadera religiosidad.

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